La pilosella, se transformó en un problema que hasta hoy no tiene solución, agravándose velozmente con riesgo de la posibilidad de transformar la tierra de los campos de toda la provincia en inútil.
Todo comenzó cuando desde Chile el viento trajo a suelo argentino la semilla contaminada de origen europeo, de aspecto inocente pero mortal para la economía natural ovina y bovina de Tierra del Fuego.
En Estancia Sara, ubicada en Río Grande, productores locales, estancieros, dueños de campos, autoridades provinciales, municipales y el INTA, se reunieron preocupados para intercambiar conocimientos con ingenieros agrónomos y con la empresa Tecnomyl, para canalizar la angustia provocada por la maleza maldita.
Enrique Livraghi, de INTA, alertó tempranamente de la problemática, hace 30 años y fue ignorado. Hoy los campos dejan de producir pastura natural que es el alimento de ovejas, poniendo en riesgo el cordero patagónico, para transformarse en tierras con maleza maldita, que avanza, dejando campos inútiles.
Productores buscan otras soluciones: control biológico pidiendo ayuda a Tecnomyl sumando la experiencia de ingenieros agrónomos experimentados, docentes universitarios, biólogos, más todos aquellos que puedan dar una mano por esta maleza invasora que solo hace daño.
La pilosella, de apariencia agradable, bonita a los ojos pero mortal a la flora y fauna local, se expande silenciosamente al resto de la Patagonia.
Facundo Armas, secretario de producción de la municipalidad de Río Grande dijo a Cadena 3 que «la invasión de pilosella es una preocupación generalizada en toda la provincia, indicando que se están reuniendo con representantes de distintos sectores para tratar de contrarrestar esta maleza”. “Hay preocupación muy grande porque los campos invadidos por pilosella pierden su estado natural, pastizal, coirones, mata negra, arbustos que quedan destruidos por esta maleza», detalló.